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071013 militarismoChile - Adital - [Leonel Reyes Fernández] A réplica social e política, após os 40 anos da comemoração do Golpe de Estado, trouxe e trará, sem dúvidas, consequências colaterais de inesperadas surpresas até as eleições de 17 de novembro de 2013.


Nos últimos dias, a propósito do fechamento da penitenciária Cordillera, do suicídio do recluso Odlanier Mena e do traslado dos violadores dos direitos humanos a sua nova residência penal de Punta Peuco –ainda com privilégios em relação a outras penitenciárias do país- foi emitida uma série de opiniões, comentários e atitudes que deixam em evidência que no Chile –a 40 anos de vida simulada- manifesta-se uma triste e crua realidade: o militarismo dos altos mandos no Chile continuam contaminados com a Doutrina Nixon e com a ideologia da Segurança Nacional, doutrinados pela "Escola das Américas” (SOA, em inglês), universidade da morte do militarismo americano, que violou sistematicamente os direitos humanos de opositores ideológicos, principalmente a objetivos de paradigmas socialistas e comunistas, da maioria dos países latino-americanos da época.

Talvez para muitos leitores/as isso não seja nenhuma novidade. No entanto, o suicídio do General da reserva Odlanier Mena Salinas (ex Diretor da Central nacional de Informações – CNI) engatilha na atualidade não só o mal estar generalizado da "família militar” –como eles mesmos se autodefinem- mas também revive a emergência da ideologia fascista em sua face mais leal, reacionária, perigosa para a frágil e ambígua democracia, ainda não consolidada, no Chile.

Que leitura social há por trás desses fatos? Exponho algumas interpretações:

Primeiro, no Chile existe uma geração de oficiais de alto mando (em retiro e ativos) que ainda se sentem emocional e ideologicamente ligados à brutal ditadura militar (1973-1990). Em seus renuentes discursos forçados, não existe nem o mínimo arrependimento dos fatos ocorridos, ou seja, não há reconhecimento dos fatos, nem consciência de dano. Quando se referem aos fatos de violência cometidos por uniformados, minimizam os atos, chamando-os simplesmente como "excessos”; porém, nunca como delitos. Em seus semblantes sérios e desfigurados pelo passar do tempo, expressam profundos ressentimentos, ódios contidos, pensamentos rígidos sem análises e profundidade social. Ainda pensam e acreditam que no Chile continuam existindo "inimigos internos”, que pretendem prejudicar e desprestigiar a "família militar”.

Cualquier discurso sobre derechos humanos, justicia social y reparación es ajena y secundaria para la mayoría de ellos. Por tanto, posibilidad de diálogo y reconciliación está muy, muy lejos de alcanzar con esta generación. Lamentablemente, los hechos demuestran que todavía se mantienen insertos en el paradigma doctrinario y moral, legado de la "Escuela de las Américas”.

Segundo, en Chile se consolidó en tiempos de la dictadura militar una nueva "clase social” de carácter militar que cree tener un poder sobre la civilidad y el régimen democrático vigente, pese a todas su imperfecciones programáticas y estructurales. Esta nueva clase social posee y manifiesta una soberbia y una arrogancia adquirida por una dictadura extremadamente jerárquica, despótica, clasista, antipopular, antidemocrática. Súmese el aporte ideológico doctrinario a estas mentes militares realizado por el modelo de una sociedad de libertades y derechos individuales de corte neoliberal, instaurado en pleno desarrollo de la dictadura durante 17 años. Lo más vergonzoso para el resto de los chilenos y chilenas es que esta nueva clase social, junto a sus familias disfrutan en la actualidad de ciertos beneficios sociales (edad de jubilación, cajas y servicios particulares, rentas de pensiones, entre otros…), los mismos negados como derechos dignos a una gran mayoría de la población civil. Según estadísticas de un informe del año 2009, se estima que el personal de las Fuerzas Armadas en Chile son más de 80.000 efectivos permanentes y activos. Muchos de ellos, ahora formados en el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (ex "Escuela de las Américas”).

Tercero, en Chile entre los oficiales de alto mando existe el mentado "pacto de silencio” frente a la verdad del paradero de cientos de detenidos-desaparecidos, y de otros sucesos de violación de los derechos humanos, tales como exilios forzados, ejecutados políticos, secuestros, adopciones de niños aún no resueltos, utilización de armas químicas para aniquilar opositores, muertes y supuestos suicidios civiles y políticos sin resolver, torturas animalescas y macabras, violaciones sexuales sistemáticas y perversas, venta y tráfico de armas, tráfico de drogas y lavado de dinero, entre otros hechos horrorosos y criminales todavía por sacar a la luz, documentar, probar y juzgar. ¿Quién romperá algún día este malévolo pacto?… ¿Cuándo se hará público el contenido de este pacto y restituir el verdadero honor militar?… Honor y ética manchada y perdida desde el momento en que se formaron doctrinalmente en la "Escuela de la Américas”.

Cuarto, en Chile lo más probable es que muchos "crímenes de lesa humanidad” queden en la impunidad, queden en el olvido, debido a que todavía muchos criminales intocables andan libres por las calles de Chile, éstos se hacen viejos, se enferman y mueren sin dar cuenta de sus delitos ante la justicia. Los actuales uniformados condenados en Punta Peuco ahora se sienten mártires de la "familia militar” porque consideran que las penas que cumplen en estos días son de "prisionero político” y no de imputados por delitos de lesa humanidad. Además, porque creen que esto es una venganza por parte de civiles opositores al "régimen militar”. Es doloroso, pero la historia de Chile tendrá que vivir por mucho tiempo con ese karma social o herencia histórica injusta y brutalmente adquirida.

¿Qué consecuencias prácticas habrán en el accionar de la vida política nacional?… algunas certezas y varias incógnitas por despejar:

De las certezas, es que en Chile vivimos "durmiendo con el enemigo”sin reconciliación y paz social. Las heridas sociales siguen no sólo abiertas, sino también están en una pugna tensional antagónica no declarada públicamente, pero que se sienten en la práctica como una auténtica"lucha de clases”entre el mundo popular (y de partidos de izquierda) contra las clases sociales de derechas y de la familia militar. Hay grandes intereses económicos y de propiedad privada que la aristocracia y burguesía criolla tiene que proteger y defender. Por tanto, son la misma "familia militar” y la derecha política la que incita, la que provoca la emergencia de la lucha de clases, a causa de las injusticias y desigualdades hoy presentes en distintos sectores de la población trabajadora chilena. Quien quiera desconocer este hecho estaría minimizando las fuerzas productivas que operan en el país; negaría las verdaderas causas que producen la pobreza; frenaría la posibilidad de un esperado cambio social estructural.

De las certezas, es que en Chile aún existe "colusión política cómplice y solapada”. La clase política actual, por el lado de la derecha sigue emparentada y es heredera ideológica del militarismo criollo. Por otra, del lado de centro izquierda que aún teme lo que pueda hacer la "familia militar” y hace vista gorda de los últimos sucesos. Prueba de ello, es por qué los anteriores Presidentes de la Concertación (Sr. Eduardo Frei y Sr. Ricardo Lagos) no explican al pueblo de Chile qué pactos realizaron con la clase militar para tener los privilegios que todavía están vigentes. Por ello, mientras no se proponga con seriedad y responsabilidad de discutir la forma y la elaboración de una nueva Constitución Política, a través de una participativa Asamblea Constituyente con representantes ciudadano, organizaciones sociales, entes políticos, agrupaciones culturales y ecológicas del país -entre otras fuerzas vivas- la vida del país estará siempre en vilo de las mentes reaccionarias derechistas y fascistas que por lo demás jamás, jamás permitirán que el verdadero pueblo de Chile llegue al poder. Idea fuerza antipopular y antidemocrática de la "Escuela de las Américas”.

De las incógnitas, es que la familia militar complote, confabule nuevamente en contra de la frágil y heterogénea democracia chilena, sabiendo de antemano que la próxima legislatura será administrada por alguien de "izquierda” (Nueva Mayoría), aliada con el Partido Comunista de Chile. Recordar que la clase militar chilena aún tiene los resabios de la dictadura de hace 40 años atrás. Su "honor” militar no permitirá que "gente de izquierda” les diga cómo comportarse y cómo actuar en el próximo escenario político y social. Conociendo ahora, que sus miembros de inteligencia realizan espionaje encubierto, cualquier cosa se puede esperar de esta nueva clase social. Por tanto, hay que buscar todos los mecanismos constituciones, legales y sociales para frenar cualquier intento de rebeldía y sedición interna. Recordemos que la indoctrinación recibida de la "Escuela de las Américas” aún están presentes, hoy más que nunca.

De las incógnitas, en Chile sabiendo que existe una clase social militar tóxica y contaminada, la pregunta, es si el Ejército como el actual -adversario del pueblo, de la civilidad y de la democracia- se justifica en estos tiempos de profundos cambios de paradigmas en los poderes y estructuras fácticas. Cuánto bien común y social se podría construir con el 10% del dinero invertido en las Fuerzas Armadas, permitido todavía por la "ley de reserva del cobre”. Se trata de millonadas de dólares que se invierte en mantener esta Fuerzas Armadas en tiempo de paz, además de seguir formándolos en doctrinas antipopulares, antidemocráticas. Es la paradoja de nuestro sistema actual. Hoy por hoy, los verdaderos enemigos de Chile, no son Perú, ni Bolivia, ni Argentina, sino las mentes fascistas y rostros anónimos que siguen insistiendo en su inocencia personal e institucional y maquinando mantener el status quo actual.

Finalmente, "un pueblo que no aprende de su historia, está expuesto a repetir sus errores”, dice la sabia cita atribuida a Cicerón y repetida por muchos estadistas… Ya no podemos ser ingenuos, ya no podemos confiar si no hay reciprocidad directa, mutua y sincera… ya no podemos darnos el lujo de tropezar con la misma piedra y ni con otra dictadura criolla "made in Chile”.

 


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